Cuando hablamos sobre el desafío de la violencia de género, tendemos a hacer referencia a la violencia doméstica, pero lo cierto es que no es la única forma violencia que se ejerce contra las mujeres. A día de hoy existen más de 100 conflictos armados activos que incrementan la desigualdad de género, dejando a millones de niñas y mujeres desprotegidas y vulnerables, expuestas a todo tipo de crímenes contra ellas. La violencia machista contra las mujeres como táctica de guerra es un crimen histórico bastante común. A pesar de que los datos en este ámbito son bastantes dudosos, se conoce que se ha dado en multitud de casos como la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Bosnia, de Sudán, del Congo, de Ucrania o de Gaza, etc, y las cifras siguen en aumento.
Con motivo de la celebración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se vuelve indispensable visibilizar todo lo que le rodea a este grave desafío global, al igual que dar voz a las afectadas. Una premisa que debería estar en la lista de tareas diarias de toda la sociedad, porque sólo mediante la concienciación, la prevención y la educación basada en la igualdad conseguiremos eliminar esta lacra social. De hecho, la violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo la violación de los derechos humanos más extendida de todo el mundo. Según la ONU Mujeres, casi 1 de cada 3 mujeres ha sufrido violencia física o sexual al menos una vez en su vida; casi 5 millones de mujeres en el caso de España. Pese a la dimensión del problema, ningún país está cerca de erradicar la violencia de género, ya que la ONU alega que el 86% de las mujeres y niñas del mundo viven en países sin una sólida protección legal.
A la vez que cada vez son más los conflictos armados en el mundo, ya sea por causas políticas, sociales o medioambientales. Actualmente, según la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra hay 114 conflictos armados activos entre los seis continentes. Estas luchas tienen consecuencias devastadoras que atentan directamente contra los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, principalmente la ampliación de las diferencias entre mujeres y hombres. Lo que se traduce en que la mujer en los conflictos armados se ve obligada a deshacerse del lugar social que ha sido construido para ella, a la vez que se convierte en el individuo de dominación civil fuera del campo de batalla.
La ONU indica que la cantidad de mujeres y niñas que vivían en países afectados por conflictos superó los 600 millones en 2022. 600 millones de mujeres que no solo viven con el temor constante de recibir un ataque directo a la ciudadanía a causa del conflicto armado, sino que además: tienen menos recursos para protegerse; representan la mayor parte de las poblaciones desplazadas y de refugiados; se utilizan tácticas específicamente dirigidas contra ellas, como la violencia y el abuso sexual; y casi nunca están presentes en las negociaciones de paz, ni en labores de reconstrucción.
En concreto, los actos violentos contra las mujeres en los conflictos armados más frecuentes son: la violación; abusos y agresiones sexuales; pornografía; mutilación sexual; experimentación médica con órganos sexuales y reproductivos; esclavitud sexual; prostitución forzada y trata; matrimonio, embarazo, aborto y/o esterilización forzados; desnudez pública; violencia vicaria; y denegación del estatuto de refugiada por prejuicios basados en el género. Además, en ciertos países imperan las normas tradicionales, donde estas mujeres se ven afectadas por el estigma social y muchas han debido enfrentar a su vez el repudio de sus parejas y sus familias, lo que las ha llevado en algunos casos a pensar o cometer suicidio.
A pesar de la brutalidad de estos actos, hasta los años 90 no se empezó a denunciar. Pero aunque se denuncie, el apoyo y la ayuda a las víctimas es muy complicado, ya que los datos en esos contextos son realmente dudosos. Además, se acude a menudo al Nullum crimen sine lege: una persona no puede ser juzgada por hechos que no constituían delito en el momento de cometerlos. Por lo que, la creación de medidas específicas para la protección, prevención y recuperación de las víctimas en estos casos es fundamental o los cuerpos de las mujeres seguirán siendo tratados como un territorio más de conquista y destrucción. En esta línea, la Nueva Agenda de Paz del Secretario General de la ONU, António Guterres, se propone afrontar este reto en concreto. Con la medida 5 de la agenda hace un llamamiento explícito a los gobiernos para “transformar las dinámicas de poder basadas en el género, dentro del ámbito de la paz y la seguridad”. No obstante, la aplicación de esta medida es complicada, porque hay muchos países que ni siquiera tienen leyes que protejan los derechos de la mujer de primeras.
Desde Fundación Hazloposible denunciamos todo tipo de violencia ejercida hacia las mujeres, al igual que cualquier tipo de crimen de odio o acto violento ejercido contra la humanidad. En la sociedad actual, independientemente del país donde residan, las mujeres y niñas del mundo deben hacer frente a cientos de obstáculos que les impone una realidad donde prima la desigualdad de género y el patriarcado en todos los ámbitos de su vida, como el trabajo, las relaciones, el deporte, la justicia, etc. Ante esta situación de vulnerabilidad, desprotección e, incluso, de exclusión social, el Tercer Sector debe unirse para luchar en pos de la defensa de los derechos de las mujeres y ayudar a las personas afectadas. Porque la violencia de género no es un asunto al que se le pueda dar la espalda, sino que un desafío global que atenta contra los derechos humanos y la consecución de la Agenda 2030. La garantía de la igualdad de género y de los derechos de la mujer son imprescindibles si queremos alcanzar un mundo que se base en la sostenibilidad, la igualdad, la justicia y el bienestar social.