Día: 5 de diciembre de 2017

Y con esta increíble experiencia terminamos nuestro particular homenaje a los voluntarios en esta semana tan especial. Concretamente, con un testimonio de voluntariado internacional… ¡Sigue leyendo!

 

Se puede hacer voluntariado a través de las actividades que propone la empresa, con una ONG en nuestro barrio o, también, hacer de nuestro viaje al extranjero una experiencia solidaria. Por esto último optó María, de Grupo Vips, que nos cuenta su experiencia para celebrar el Día Internacional del Voluntariado ¡Gracias, María!

«Por esos avatares de la vida, en una reunión de trabajo conocí a una ONG que organizaba viajes solidarios, Tumaini: tres chicas emprendedoras e innovadoras, que creen que se puede viajar de otra manera, dejando una huella diferente allá donde vas y, desde ese momento, supe que mi pareja y yo nos íbamos con ellas, no sabíamos muy bien ni a dónde ni cómo, pero sabíamos que nos íbamos.

Tardamos cuatro meses en organizar el viaje. En ese tiempo decidimos el destino, el norte de la India, y que el proyecto iba a ser trabajar con personas refugiadas tibetanas. Cuatro meses que empleamos a fondo para entender bien la realidad del conflicto tibetano (más de 50 años han pasado ya desde la invasión de China en Tíbet y el mundo sigue sin hacer nada…), el proyecto en el que queríamos trabajar y hacer el curso de voluntariado internacional que nos prepararía para esta inolvidable experiencia.

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A finales de agosto nos fuimos destino a Dharamsala, en particular Mc Leod Ganj, un pueblecito pequeño que llaman el pequeño Tíbet en la falda del Himalaya indio. Es el lugar que India cedió al XIV Dalai Lama en el exilio para que pudiera acoger a todas las personas tibetanas que huían del país atravesando –a riesgo de sus vidas- la enorme cordillera del Himalaya.

Es muy difícil ponerle palabras a todos los sentimientos que se nos despertaron durante el mes que estuvimos allí. Nosotros fuimos a darlo todo, lo teníamos claro y ayudamos a la ONG en la que estuvimos en terreno, Tibet World, a montar un buen programa de voluntariado y a organizar e impartir una formación a todo el equipo de allí para que pudiesen desarrollar competencias y habilidades específicas. Dimos mucho, y es cierto que trabajamos a destajo, pero no fue nada al lado de todo lo que nos llevamos y de la transformación que ha provocado en mí lo vivido durante esas semanas.

Un mes en el que nos despojamos de todo, nos fuimos con una mochila con lo mínimo imprescindible y estuvimos viviendo en una pequeña habitación en la que no teníamos apenas nada. Y así fue descubrir que puedo vivir con nada y que no eché en falta nada. Vivir la enfermedad, sin médicos y sin medicinas, y descubrir de lo que es capaz mi cuerpo. Conversaciones, apasionantes conversaciones con las personas de allí, que tiene una luz especial en la mirada, gente que ha cruzado el Himalaya caminando, que no pueden hablar con su gente que se ha quedado en el Tíbet, que no saben si sus padres, hermanos, amigos están bien, pero que aún y así sonríen y equilibran las cosas de manera diferente. Tibetanos, de baja estatura pero muy grandes desde su fortaleza, y con una manera de enfrentarse al mundo y a la vida que hicieron que a mí se me tambaleasen todos los pilares de esto a lo que hemos llamado primer mundo o mundo desarrollado donde lo que nos caracteriza es la tristeza, el estrés, el agobio, la competitividad… ¿En qué nos estamos convirtiendo?

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Fue apasionante descubrir la inmensidad del Himalaya, y sentirme tremendamente pequeña. A veces nos sentimos los amos del universo y apenas somos un pequeño punto…

Y entender que se puede vivir con tres palabras: paz, honestidad y compasión, las tres palabras que son clave para el pueblo tibetano y que desde el Dalai Lama en sus formaciones hasta el comerciante más humilde me servían de ejemplo sobre cómo se puede vivir con estos valores.
Han pasado varias semanas desde que volví y aún sigo aterrizando todo lo vivido. No está siendo fácil asimilar la experiencia y adaptarla a mi realidad del día a día, pero mi objetivo es que no me cambie mi nueva mirada y que no se me olvide todo lo que aprendí».

Sin duda, la historia de María nos ha despertado muchos sentimientos, pero sobre todo, admiración y ganas de superación. Gracias por compartirlo y por inspirarnos…

Desde el área de Voluntariado Corporativo de Hazloposible os damos las gracias a todas las empresas y voluntarios que guardáis hueco en vuestras agendas para el voluntariado. Somos un motor que mueve el mundo y nunca debe parar. Recuerda #VolunteersActFirst y nosotros seguiremos remando con todos vosotros.

¡Feliz Día Internacional del Voluntariado!

 

En Fundación Hazloposible no nos cansamos de contar historias. Son tantas y tan inspiradoras que queremos haceros llegar estos casos realmente inspiradores en una semana tan especial como esta, en la que celebramos el Día Internacional del Voluntariado.

 

Aquí te presentamos la historia de voluntariado de Daniel, empleado de PwC. La Fundación PwC y sus voluntarios comenzaron en julio la séptima edición del Programa Impulsa, una iniciativa de voluntariado corporativo internacional que permite a sus profesionales aportar conocimiento, capacidades y experiencia en aquellos países que más lo necesitan. Al mismo tiempo, la iniciativa les permite desarrollar sus habilidades de liderazgo y trabajo en equipo. 

Uno de los participantes del programa es Daniel, que pasó dos meses en San José de Chiquitos (Bolivia) con la ONG Ayuda en Acción. Allí ha utilizado sus conocimientos para implantar mejoras en las microempresas de artesanía local y del sector hotelero. Para ello ha realizado un diagnóstico y un plan de capacitación en innovación técnica, gestión comercial y  de acompañamiento entre los emprendedores.

“Ha sido una experiencia muy intensa y gratificante. Hemos tenido momentos de todos los colores”. Junto a situaciones  en las que se lograban avances significativos, Daniel vivió también momentos duros cuando no se acertaba con la solución a determinados problemas. “Todos estos momentos nos han hecho crecer y volver a casa agotados físicamente, porque nos hemos vaciado en el proyecto y hemos dado lo mejor de nosotros, pero también muy felices y satisfechos con lo que hemos ido logrando.

Las experiencias de voluntariado en el extranjero son una gran oportunidad para expandir los horizontes profesionales y ayudar a los demás. Pero también plantean retos, ya que se suele trabajar en un contexto cultural y social muy distinto al habitual y hay que adaptar el proyecto a la realidad del entorno. En el caso de Bolivia, “el resultado final, visto en perspectiva, tiene poco que ver con los planes que teníamos en la maleta cuando salimos de España a finales de julio.

En última instancia, el esfuerzo merece la pena, porque se crean vínculos personales con gente de la ONG y de la comunidad en la que estás y compartes con ellos muchas cosas. Daniel lo resume así: “Ser voluntario supone no sólo dejar una huella en el entorno, sino que también te deja una huella dentro de ti de las que nunca se van”.

¡Gracias a Daniel y a PwC por compartir esta experiencia de voluntariado! Esperamos que te estén gustando ¿Te perdiste lo que nos contaba Patricia en la jornada de voluntariado inclusiva? ¡Lee su testimonio!

Como sabes, esta semana estamos celebrando el Día 5 de diciembre, el Día Internacional del Voluntariado. Y lo estamos haciendo dando voz a los verdaderos protagonistas: los voluntarios que dan lo mejor de sí, sus habilidades, su tiempo, su cariño y dedicación a ayudar a personas en situaciones de necesidad.

Así lo hizo la protagonista de nuestra historia, Patricia, quien participa como voluntaria gracias al apoyo e impulso del Voluntariado Corporativo de su empresa, Allianz. En esta ocasión nos cuenta cómo vivió la jornada celebrada en la playa junto a Nexe Fundació, organización que trabaja en la atención a la infancia con pluridiscapacidad y sus familias.

“ ‘Inclusiva’ es un término que me hace pensar ya que quizás deberíamos ser nosotros los que tendríamos que ‘incluirnos’ un poquito dentro de su mundo y no al revés. Mucho es lo que debemos aprender de ellos, aprender de estos pequeños a relativizar los problemas más banales del día a día y valorar cada detalle que consideramos trivial y que somos capaces de realizar por nosotros mismos.

Después de pasar una jornada en la playa con estos maravillosos niños, niños con trastornos neurológicos que manifestaban dificultades en la comunicación y motricidad, la sensación es, sin duda, de agradecimiento. Por un lado, agradecimiento a las fundaciones que desempeñan esta enriquecedora labor, en este caso concreto a Nexe Fundació y a sus trabajadores, por hacer un poquito más fácil la vida de estos niños y sus familias y ayudarles a potenciar sus capacidades de desarrollo. Por otro lado, gracias a ellos, a estos pequeños, porque con solo darles unas horas de tu tiempo ellos te regalan una lección para toda la vida.

Conocer de primera mano la PROFESIÓN (con mayúsculas) de gente comprometida como las personas trabajadoras y voluntarias que desempeñan esta labor es el segundo punto con el que me quedo de esta experiencia. El primero es, sin duda, el volver a nuestro día a día pensando que hemos sido capaces de haberles hecho aunque solo sea un poquito más felices a ellas y reflexionar sobre la necesaria implicación por parte de todos en estas actividades».

Desde aquí damos un gran aplauso a Patricia y a Allianz por colaborar en causas tan necesarias… ¡Bravo!

Y tú, ¿aún no has leído la historia de María? Seguro que te inspira y te carga de energía ¡echa un vistazo!

¡Estamos celebrando el Día Internacional del Voluntariado!

Continuamos con nuestro homenaje a las y los profesionales con la historia de Nuria Rodríguez, de Gas Natural Fenosa, que estuvo en Grecia aportando su grano de arena para hacer menos dura la inhumana situación de las personas refugiadas. Y, al volver a España, no se olvidó de seguir colaborando. Gracias a Nuria  y a Gas Natural Fenosa por sus iniciativas de Voluntariado Corporativo. ¡Sois Talento Que Impacta!

 

«Dicen que la realidad supera a la ficción y esto se reafirma cada día en los titulares de los medios de comunicación. Tampoco desvelo nada nuevo si digo que nos hallamos en una era cada vez más globalizada en la que las empresas, día tras día, se confieren como los grandes agentes de poder. Podríamos negar su impacto y capacidad. Podríamos ser uno de los personajes de la novela de Saramago siendo ciegos que, viendo, no ven, o podemos ser ciegos con ansias de luz. Está en  nosotros optar por una o por otra.

Este hecho se me hizo evidente hace un tiempo y es por ello que decidí adentrarme en el mundo de la Responsabilidad Social Corporativa. En este sentido, a continuación se muestra mi testimonio, el cual quiero compartir.

Otoño 2016. Calles de Exarquia, Atenas. Seis squats en activo para albergar a un número incierto (entre 4.000 y 8.000) de refugiados sirios que han dejado atrás los campos de refugiados de las afueras de la ciudad. Sólo en Grecia se hallan unos 165.000, cuyos planes de continuar su exilio en busca de asilo en Europa han sido truncados por los muros, las vallas y las fronteras del terror. Están atrapados. Sin embargo, no pierden la esperanza, ni siquiera la sonrisa, teniendo en cuenta lo que dejan a sus espaldas. Todos cuentan sus historias: quiénes eran antes y quiénes son ahora. Sus realidades son muy diversas, pero todos coinciden en la esperanza de encontrar un trabajo y escolarizar a sus hijos. Es suficiente con una generación perdida.

 

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De vuelta a España, seguía aún con la mente en Notara, Hotel City Plaza, 2nd School, Hotel Oniro, Freedom y Khora. Es por ello que decidí apuntarme como voluntaria en la campaña de recogida de ropa y alimentos para refugiados de Gas Natural Fenosa que tuvo lugar en diciembre de ese mismo año. En mi opinión la concienciación de la gente es clave; para ello se realizó una campaña de sensibilización también por parte de los voluntarios de la compañía. Muchas veces uno no sabe cómo hacer ni dónde acudir, por lo que es más fácil cuando la empresa pone los medios oportunos para poder colaborar con proyectos sociales. Recuerdo que una amiga una vez me dijo una frase de Eduardo Galeano que desde entonces es uno de mis leitmotiv: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

La verdad es que me sorprendió ver a compañeros con los que había coincidido en reuniones de trabajo, detrás de un stand recogiendo potitos, abrigos, mantas, guantes … que serían después transportados en dos palé al almacén de Elliniko y posteriormente repartidos entre los campos y los squats que tres meses antes había pisado. Los recordé bailando sus cantes tradicionales en la plaza de Exarquia y sonreí.

Seguí observando a mis compañeros. Humanización. Es la palabra que me vino a la mente cuando vi a directores, jefes de departamentos y técnicos de la empresa que el resto del tiempo andan literalmente corriendo por los pasillos de unas reuniones a otras, mano a mano dedicando su tiempo a meter paquetes de pasta y legumbres en cajas. En mi opinión, en el día a día estresante de una gran ciudad muchas veces no se tiene tiempo ni para pararse a pensar. Por ello, con campañas como la que tuvo lugar en diciembre del año pasado por parte de la empresa, crea un espacio y una oportunidad en el que se promueve la cooperación, el desarrollo, la ayuda humanitaria, el acercamiento a otras realidades, otras perspectivas, la difusión, la concienciación, el apoyo… En este caso no es una suma cero, sino una suma positiva tanto para la empresa como para el objetivo de la campaña. Y por ello, espero que sea una de muchas».

Hay más historias dignas de ser recordadas hoy, como la de José María. ¡Léela aquí!

Seguimos contando bonitas historias de Voluntariado en un día tan especial como es el Día Internacional delVoluntariado. Y ahora damos a conocer la experiencia de María Serquera Peyró, profesional de Bankia, miembro de nuestra Red Talento Que Impacta.

María participó este año en una jornada medioambiental con carácter inclusivo con la Asociación Prominusválidos Psíquicos de la Safor (ASMISAF) de Valencia y su experiecia fue muy positiva ¡No pierdas ojo y sigue leyendo!

«Decidimos apuntarnos varios compañeros con nuestros niños pequeños a la actividad organizada por Bankia Voluntarios con ASMISAF, casi ‘sin expectativas’. ASMISAF es una asociación de padres con hijos con discapacidad intelectual con más de 40 años de antigüedad que, principalmente, da servicio de residencia a las personas más necesitadas, y también ofrecen servicios, como un centro de día.

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Cuando vimos la noticia por la Intranet, nos motivó el hecho de poder ir con nuestros hijos. Nuestra intención era ayudarles a llevar a cabo el taller de jardinería que anunciaban y pasar un buen ratito un sábado por la mañana. En casa, a mis hijas de 5 y 7 años aproveché para darles la charla sobre que todos somos iguales y que hay que tener respeto aún más, si cabe, por las personas que tienen discapacidades, con la pretensión de evitar frases espontáneas imprevisibles, dadas las edades de mis niñas. Pero nada más pisar el centro, las sorpresas se fueron sucediendo una tras otra.

Nos recibió directamente Amparo, la Gerente de ASMISAF. Nos presentaron a la gente maravillosa que hace posible la existencia del centro. Estaban esperándonos súper expectantes, nerviosos, contentos, motivados (¡era tan bonito verles así!), tanto ellos como las monitoras. Particularmente, me fascinó la frase de una de ellas: ‘Estamos nerviosas y esperamos que todo salga bien’. ¿Nerviosas? ¿De verdad era muy importante nuestra visita?

Nos invitaron a pasar al patio donde tenían preparadas dos mesas (una para adultos y otra para los peques) con los materiales del taller. Cuál fue nuestra sorpresa al ver que ellos eran los que nos ayudaban a nosotros, tanto a montar nuestro pequeño huerto (¡precioso!) como nuestra regadera personalizada.

 

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A los niños les tenían preparado un taller de macetitas que pintaron previamente, decoraron y plantaron su plantita. Fue un placer ver cómo esta gente maravillosa se integraba con todos nosotros, como conseguían guiarnos con sus explicaciones y como conseguían hacernos reír. ¡Gracias!

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Todos nos fuimos de allí con muy buen sabor de boca por el maravilloso ratito pasado, la lección educativa recibida por nuestros niños y sabiendo que hay una gran organización velando por esta gente que tanto tiene que enseñarnos (no sólo a crear nuestro huerto…).

Repetiremos, nos han dejado un buen recuerdo en el alma».

Gracias a Bankia por impulsar y apoyar el voluntariado entre sus profesionales y a María por compartir su experiencia y transmitirnos la importancia de dedicar parte de nuestro tiempo a otras personas.

¿Te has quedado con ganas de más? ¡Echa un vistazo a la historia de Nuria!

¡Estamos de celebración! Hoy es 5 de diciembre… ¡Feliz Día Internacional del Voluntariado!

Y comenzamos el día con un post muy especial. Se trata de la historia de José María, voluntario de Santalucía, que comenzó a colaborar con acciones solidarias aportando el conocimiento adquirido en su trayectoria profesional y terminó participando en muchas más actividades. «Hacer voluntariado es lo más reconfortante y gratificante de mi vida», afirma. Gracias a José María y a Santalucía por su apoyo e impulso del Voluntariado Corporativo ¡Tú eres Talento Que Impacta!

«Consultando el portal de voluntariado de Santalucía pude encontrar asociaciones que solicitaban ayuda en temas que yo domino y donde puedo prestar una colaboración quizás más eficaz que un poco de dinero«. Así es como relata José María Cortacero Robles, técnico de sistemas en Santalucía, su primer contacto con el voluntariado.

Su primera experiencia como voluntario vino a través de un compañero de trabajo, que pertenece a una asociación de ayuda a las personas con diversidad psíquica, física y/o sensorial y a sus familias, (ASPADIR), que se puso en contacto con él para solicitarle ayuda con su página web.

«Además de mi aportación técnica, apoyándoles en el soporte de medios digitales de esta (fotografía e imagen de vídeo), he participado en alguna actividad directamente con ellos, como la visita que realizamos al Teleférico, en Madrid. ¡Lo pasamos genial ese día!».

José María considera fundamental que desde la empresa se fomenten este tipo de actividades de voluntariado: «Creo que tenemos un conocimiento y experiencia que no sólo puede repercutir a nivel empresarial sino que podemos beneficiar nuestro entorno con una pequeña colaboración o aportación personal». Y compartir experiencia con otros compañeros asegura que mejora la relación y el clima laboral, sin ninguna duda.

Además, gracias a este voluntariado, ha podido constatar que «colaborar repercute directamente y de inmediato en uno mismo de forma formidable. Que otras personas dedican su tiempo y esfuerzo igual que tú de forma desinteresada y esto se convierte en un vínculo no hablado ni escrito, casi desde el principio».

José María anima a todos sus compañeros a participar en actividades de voluntariado corporativo: «No requiere, en la mayoría de ocasiones, de un esfuerzo muy especial pero sí muy reconfortante. Ayudar recibiendo gratitud, creo que ha sido de lo más reconfortante y gratificante en mi vida».

¡Muchas gracias por compartirlo con nosotros y enhorabuena por tu actitud solidaria!

¿Te perdiste la historia de José Ramón? ¡Échale un vistazo!